¿por qué profesoras y no profesores de yoga?

Te cuento:

 

Todo comenzó con una historia de amor….

Hace exactamente 9 años, me fui a vivir a Quito con un chico que conocí en un viaje por Ecuador…

¿Esta historia que tiene que ver por enseñar a mujeres?

 

Todo.

 

Mira…

En aquel entonces, vivía entre Hong Kong y Singapur, donde impartía clases de danza y yoga.

 

Necesitaba regresar a Suramérica par para atender un problema urgente con mi departamento en Buenos Aires y decidí dar una vuelta por Colombia, Ecuador y Argentina.

 

Así fue como conocí a Ale, un español que vivía en Quito, que se había ido en 2011 durante durante crisis económica de España.

Así comenzó la película de cómo se gestó entre el yo un amor a larga distancia.

 

Después de vivir un “amor de verano” con él en Ecuador, donde hubo conexión yo volví a mi trabajo en Asia donde vivía como profesora de danza y yoga.

 

Al tiempo en mi vida se desarrollaba  un proceso de cambio de vida, decisiones y crisis.

Por aquel  momento, sentía que había logrado el éxito que me había propuesto 10 años atrás que fue el  convertirme en bailarina profesional y vivir de ello…

 

Y lo logré.

Pero…

 

Con mucho aprendizajes  difíciles y no saludables como:

 

La competencia desmedida, el deseo de validación externas, abusar de mí misma con la comida y otras inseguridades que me llevaron a lugares oscuros.

 

Donde desarrollé una relación tóxica con la comida, criticándome patológicamente al repetirme que no era lo suficientemente buena…

 

Aunque había logrado entrar en una compañía de tango donde legue a compartir escenario con los mejores bailarines de tango, viajaba por el mundo, ganaba muy bien y nada me satisfacía internamente en lo más profundo de mí.

De esa parte de educación, tanto personal como profesional, me quedó trabajar hasta sobrepasar los límites y llegar a estados de agotamiento y quemarme.

Pero…

 

También está la otra cara de la moneda donde aprendí:

 

A ser estratégica, disciplinada, a cultivar mi paciencia, fe y a entender el proceso.

 

 

Esto me ha ayudado enormemente a vivir de lo que amo:

 

Enseñar a otros mi proceso de crecimiento personal, seguir formándome y exigirme cada día para sacar lo mejor de mí.

 

Para concluir esta historia y explicarte por qué he traído hasta aquí, y cómo esto se relaciona con formar a profesoras y no profesores:

 

En primer lugar, cuando conocí a Ale, estaba en un momento de desconexión con lo que hacía y en la forma que vivía. 

 

Iniciar esta relación  representa la sanación y reconciliación  profunda de mi ser femenino.

 

 

La mujer sabia estaba naciendo desde lo mas profundo de mi

Fue un momento en donde empecé a reconciliarme con una parte de mi energía femenina.


Ya había cerrado el ciclo de la energía masculina que me había impulsado en mis primeros años de juventud y competencia sin límites.


Cuando decidí mudarme a Ecuador con Ale, comencé un nuevo capítulo en mi vida en donde empecé a emprender en compañía de otras mujeres con el emprendimiento del primer estudio de hot yoga en Quito Flow yoga enseñando en su mayoría a mujeres.

 

Mi primera comunidad de yoga fue principalmente integrada por mujeres en el estudio de aeroyoga que finde en Quito de varias edades que compartíamos una práctica donde crecíamos juntas, compartíamos aprendizajes y éramos espejos unas de otras.

Al llegar a Sevilla, trabajé en varios estudios de yoga mixtos, pero fue al trabajar de manera personalizada en mi estudio privado en Triana, donde pude conocer profundamente a mujeres maravillosas con las que compartimos una práctica de yoga,  juegos y un proceso de expansión creativa y crecimiento.

No soy la primera que se quema con su trabajo, que siente la necesidad de ser validada y valorada, que lucha por sacar adelante un sueño, que se ha sentido perdida y sola, que muchas veces ha sentido que eligió el camino más duro y complicado. Sin embargo, al final del túnel está la imagen con la que inicié esta historia: una mujer que se eleva, que se ilumina.

La iluminación, para mí, es simplemente darse cuenta, aceptar, tomar una pequeña decisión, dar un paso.

Mi paso hoy es ser tu espejo, ponerte a pensar, no darte la respuesta…

 

Sino que encuentres esa respuesta y esa luz que está dentro de ti y mostrarte el camino con los aciertos y sobre todo los errores que he cometido en los 20 años que enseño y que he intentado ser y vivir de lo que me gusta.

 

Enseñar a otros, explorando, sintiendo y conectando con su cuerpo y con su alma desde el arte, la meditación en movimiento y el yoga en femenino.

Como te había mencionado antes, una de las cosas que más disfruto al escribirte estos emails es la intimidad que puedo lograr.

 

 Por eso, también me permito hablar de las sombras tóxicas que existen detrás del mundo del bienestar y del yoga, temas que generalmente nadie habla.

 

Si no te gusta escuchar puntos de vista diferentes a los que se suelen escuchar en el mundillo del yoga, ni te molestes en suscribirte.

 

Pero si te gustaría conocer este mundo con sus luces y sombras, tal y como yo  he podido aprender a ver en estos 20 años de tomar clases, formaciones, certificaciones de yoga y años de experiencia enseñando, entonces eres bienvenida a esta lista.

Todos estos aprendizajes los enseño en la primera newsletter

para profesoras de yoga que desean vivir de enseñar, sin quemarse en el intento.

¿Donde? Aquí

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